MUERTE Y MEDICINA POPULAR. ACTITUDES ANTE LA MUERTE
Pretendo culminar esta obra con el capítulo dedicado a la muerte, dado
que considero que la muerte es lo más importante de la vida.
No hay cultura en que no se tenga en cuenta la muerte. Toda cultura
tiene además su culto a la muerte. La
actitud más natural sobre la muerte es el miedo: “La muerte pelona...”Este
miedo se rodea de un ceremonial abundante. A veces es temor supersticioso. El
almeriense como en general el resto de
los españoles, se muestra a la vez, escéptico y resignado ante el fin
inevitable e ineluctablemente incierto. Los refranes al respecto, abundan por
tanto:
“Cuando la
muerte se acerca
nadie la
puede evitar
este desnudo
o vestido
o haya sido
un animal”
“Pa morir y pa pagar, siempre hay lugar”
“El que después de un entierro no bebe vino, el suyo viene de camino”.
Es la mejor forma de llevar a la práctica aquello de “El muerto al hoyo y el
vivo al bollo”
“Al que se muere lo entierran”….
“Al
que se muere lo entierran,
mira que pago le dan;
No
te mueras vida mía,
que
te tienen que enterrar” (Lijar)
“A la muerte, no
hay quien se resista”, como el más autónomo:
“A la muerte, no
hay cosa la fuerte”
“No te mato, pero te doy con
que te mueras”(Taberno)
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"Los tres almendros"-Líjar |
“Bueno estaba... y se murió”
“Sobre el difunto el llanto”.Las cosas a su
tiempo.
Pero al fin, la
conclusión es: “To tiene remedio menos la muerte”
También cuando se habla del cementerio, casi nunca se le nombra
directamente sino con una referencia, así: “En Lijar, se dice:”Los tres
almendros”.En Albox, “el cortijo grande” o “San José”ó “el sequero”. En Taberno
se llama “El Allozar”. “Si te vas a la
bóveda, te tienen la gorra, si te vas al Allozar, ya no vienes más” (Taberno)
“Está con un pie aquí y otro en Los Santos”: se dice en Abla, para referirse a
quien se debate entre la vida y la muerte, ya que el cementerio de Abla está
junto a la ermita de los Santos mártires.
En los refranes que reflejan el más puro sentir popular se habla de la
muerte con ironía:
“Vale más el entierro que la abuela”(Partaloa)
“La muerte, no mira ná”
“Nadie se muere porque a otro entierren”: cada uno tiene su hora.
“Nadie se muere hasta que Dios quiere”
“De toas maneras se tiene uno que
morir...”.Resignación.
“Nunca falta
quien rompa la soga del muerto”(Ahorcado).(Taberno)
“Mientras hay
vida, hay esperanza”
“Se quedó más tiesa que la pata
Perico...” (Se dice por la Vega
de Almería)
“Más tieso que un garrote”
Mas que a las “tres higueras” que es un sitio físico, el muerto donde se va es a “al otro barrio”o “al otro
mundo” o a “donde nadie quiere ir” (el cementerio: donde están los muertos).En
Albox uno se va para San José ( “yo lo que
ya necesito es irme pa San José”,“cuando me vistan de pana” o “me lleven con
las patas pa alante”)
El proselitismo del concilio de Trento para captar adeptos para le
religión con el recuerdo constante de la muerte en un sustrato geográfico y
cultural argárico y morisco cuyas civilizaciones enterraban
a los muertos en sus mismas casas.
Para avisar que alguien a muerto
tañen de manera triste las
campanas. Se muestra estoico el
almeriense ente la muerte, como en todas las culturas mediterráneas, a pesar de ser una constante cierta, que no
se le se la escamotea? La muerte estaba presente en el ciclo festivo o vital
.La muerte se ve con resignación (pero el único que no se puede resignar es quien se muere, sí se
aconseja la resignación a quienes quedan aquí, los únicos que tienen la
posibilidad de resignarse).Porque la muerte siempre es la muerte del otro:
“nadie se muere porque a otro entierren””. ¿O se le supera con resignación?:
“El vivo a bollo y el muerto al hoyo”
Se hacen encargos:
“Si muero no quiero
llanto
y pongo a Dios por
testigo
si muero te pido amigo
que me cantes un taranto
pa llevármelo
conmigo”(Taranto de Mojácar)
También
Sotomayor filosofa sobre la resignación ante la muerte, cuando dice
“Es que semos mortales
y está bien que seamos
porque pa to el mundo
hace falta descanso”
(Sotomayor, p .l87)
Sobre la imprevisión del día de la muerte se dice:
“Esa cuenta la lleva otro...”
“Noche vendrá que no amanecerá,
día vendrá que no anochecerá” (Albox, 2007)
Las conductas antes de la muerte son criticadas o alabadas:
“El que da sus bienes antes de
morir, prepárese a sufrir”
“El que da sus bienes antes de
la muerte, merece que le den con una maza en la frente” (Don José Navarro)
“Nadie debe morir sin antes haber quitado una pena, haber enjugado una
lágrima de un pobre moribundo” (José
Navarro)
“El muerto es del mar, cuando la tierra lejos está” (Carboneras)
“Penas no
matan, pero ayudan a morir” (Navarro)
“Lo que semos y en lo que nos
convertemos, hoy presonas y mañana etatuas” (Arboleas)[1]
“No te mato, pero te doy con que te mueras[2]
Y sobre su inevitabilidad:
“To tiene remedio, menos la
muerte”
“Menos la
muerte, to tiene arreglo”
“ To tiene
cura, menos la muerte”
“To tie
remedio, menos la muerte”
“No mata,
pero remata”(Partaloa)
“Hay tiempo
pa to y un rato pa morirse”
Son diversos los hechos que auguran la muerte, como “silvios’ de
mochuelos, caerse las cacerolas de las lejas etc.
Dignas de mención son ciertas premoniciones (La Sorda de Líjar...) llamadas
“ensoñaciones”, visiones de un alma “en
estación” (Sotomayor, p .137).Es decir, hay personas que son capaces de
adivinar con varios días de antelación quien del pueblo (pequeño siempre) va a
morir. Estos adivinos casi siempre tienen algún defecto físico. Sotomayor habla
de un tal “Melchor el Ciego’ el que “de noche devisa los muertos” a pesar de su
ceguera. En Líjar estaba “la Sorda” que presentía o
adivinaba quien iba a morir en el pueblo.
Durante la agonía solo acompañan al difunto los más allegados (hijos,
cónyuge...) y en las habitaciones contiguas esperan otros familiares o
vecinos...(Sotomayor, p 159) Era costumbre hasta mediados del siglo XX en la
zona de Cuevas de Almanzora y otros puntos del Levante Almeriense, cuando un
niño moría el organizar “la velica’. Esta costumbre se ha perdido dada la
drástica disminución de la mortalidad infantil. Esta fiesta mortuoria está recogida por Sotomayor en dos ocasiones
a lo largo de su obra. También la recoge Grima. Al ataúd se le ponen flores y
al niño lo visten de blanco (Grima y Molina)
Entonces comienza la velica, o
ceremonias mortuorias tras la muerte de un niño cuya paradojas describe con
sentimiento el poeta Sotomayor.
“La gente joven deserta
A
formar corro en la puerta
y
a dar comienzo la danza
Y
forma raro rumor
Que
al alma hiere y desgarra
De
la tertulia el clamor
Un
¡Ay! triste de dolor
y
el plañir de la guitarra.
En
tan singular concierto
Que
el corazón horroriza
Así
el tiempo se desliza
Oyendo
alguna postiza
Y
oliendo a cera de muerto(Sotomayor, p.86-87.Mi Terrera)
Hay otro triste poema de Sotomayor
en Rudezas llamado “Los tres Hermanicos” comparable al mejor Gabriel y
Galán o al mejor Vicente Medina, donde se describe también la existencia de
esta paradójica ceremonia mortuoria en el bajo Almanzora durante la primera mitad
del siglo XX. Sotomayor: 170-171.Si el muerto es un niño, las campanas tañen a
gloria y lo amortaja su “comadre” (la que lo bautizó, la madrina del bautizo)
“Cuando
puesta la mortaja
por su comadre vestido...” (Sotomayor. Mi
Terrera”, p. 86)
Antes de producirse la defunción existía la costumbre descrita en
Sotomayor hoy desaparecido por la modificación del culto religioso de los
toques de agonía. Sotomayor para
Cuevas y Granados (1980) para Albox, informan que los toques de difuntos son diferentes para el
hombre y la mujer. Incluso se modifican por la trascendencia social del finado.
Se dice que a los muertos les dura el oído media hora. No se deben
decir durante ese tiempo palabras, gritos o improperios pues el muerto los oye.
Tocan tristes las campanas de la iglesia católico-oficial española ancestral
cristiano-medievalista triste. Para darle el adiós en la iglesia en una ataúd
de madera. El último adiós. La despedida. O el “quitárselo de encima”si es un
viejo. La mortaja es el resto cultural del ajuar primitivo prehistórico.
Argárico. El muerto ha de ir decentemente vestido hacia la otra vida. Con traje
y zapatos negros. Las mujeres con un vestido negro.
Existen prevenciones consuetudinarias de preparación para la muerte,
como encargos precisos. Se paga el
seguro de entierro a compañías para que no cueste trabajo pagar a los
familiares. Era lo que antes era la adscripción a cofradías de enterramiento
durante el siglo XIX. El féretro es conducido al cementerio a hombros solo de
hombres allegados, no familiares directos. Los hombres se van turnando en su
conducción. Son los amigos y clientes. En Olula
por los 60 un gitano estaba en
todos los entierros siempre dispuesto para llevar el ataúd (y en el año 2007, seguía allí).Ahora se
conduce el cadáver al tanatorio y al
cementerio en coche.
Al muerto se le proporcionan unas exequias fúnebres y un panteón o al
menos una lápida con su nombre para que no tenga queja. Si es que sus deudos no
se portan bien o no cumplen con sus deseos, el muerto puede “salir’, puede
aparacerse. En una misa anual de Níjar un sobrino de la difunta llama a parte a
dos de sus primos, hijos de la muerta para trasmitirles un mensaje. La muerta
se apareció a éste sobrino diciéndole
que tranquilizara a dos de sus dos hijos. Esto
solo debían saberlo estos dos de entre los ocho que tenía la difunta. El
mensaje que trasmitió la aparecida fue que en donde se encontraba, se
encontraba muy bien en compañía de otros familiares también fallecidos.
A los muertos les rezamos, les decimos misas para que no salgan del
purgatorio, para que no se nos aparezcan. Tenemos además un día especial del
año para ellos que es el día de Difuntos.
Las mujeres (Olula del Río años 50-60) no van al entierro. Se quedan en
sus casas o acompañando a la viuda o hijas del difunto que tampoco van al
cementerio.
La noche de Difuntos se le pone una vela a la Virgen. Y al día
siguiente flores sobre sus tumbas compitiéndose sobre quien alas tienen mejor
cuidadas.
Sobre la puerta de entrada del antiguo cementerio de Olula del Río, hoy
trasladado, se podía leer:
“Toda la escala social
se iguala en esta mansión
Los restos no se distinguen
Solo polvo y lodo son”.
[2] Recuerda un procedimiento de eutanasia casera común en
los dos siglos anteriores: el jicarazo. Consistía en proporcionar a los
moribundos desahuciados una taza de chocolate (jícara) donde se echaba un veneno
para acelerar la muerte. Se llamaba a esto,”dar chocolate” o “el jicarazo”
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